«Los jóvenes tienen más probabilidades de sufrir una muerte violenta”.
La pandemia de Covid-19 no ha disminuido la tasa de violencia en México, sino que claramente está teniendo una serie de efectos sobre los crímenes, un aumento de la inactividad, el aislamiento y la ansiedad, así como mayor demanda de proveedores de drogas mexicanos, por el incremento en el consumo de drogas en Estados Unidos, advierte el informe “Crimen organizado y violencia en México 2020”, del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Diego.
El documento detalla los “niveles de violencia sin precedentes” que México enfrenta actualmente y parece probable que enfrente en el futuro. Y señala que el gobierno mexicano parece no tener una estrategia clara para mejorar la situación de seguridad pública del país. En suma, el país está “en camino de ver otro año récord de homicidios, en comparación con 2019”.
“De hecho, hasta ahora, los esfuerzos del presidente [Andrés Manuel] López Obrador para abordar el crimen organizado han sido mixtos, en el mejor de los casos, y según la mayoría de las cuentas se ha quedado corto. Parece estar convencido de que para abordar el problema los déficits socioeconómicos subyacentes son la clave que abrirá la puerta a un mejor futuro”, indica el informe.
“La cadena de suministro combinada con interrupciones, mayor escrutinio policial y aumentos repentinos del mercado han llevado a un aumento de la competencia violenta entre los traficantes por mantener o expandir su cuota de mercado en tiempos de incertidumbre”, destaca.
Para 2019, hubo 29 406 homicidios dolosos, lo que resultó en 34 588 víctimas individuales (un promedio de 2884 víctimas por mes), un récord de asesinatos en México, superando los 28 816 homicidios y 33 742 víctimas individuales en 2018, refiere el texto. De enero a mayo de 2020 se registraron 12 184 homicidios dolosos, un promedio de 2436.8 por mes o 80.7 por día. “Si esta tasa mensual continúa, México esperaría ver un total anual de 29 mil 565 homicidios intencionales este año 2020, que es apenas superior a los 29 421 registrados en 2019”, acota.
Explica que, en medio de la pandemia en curso, de enero a mayo de 2020 el número de homicidios ha promediado 2926 por mes. Las áreas de concentración o “puntos calientes” incluyen Tijuana, Ciudad Juárez, Culiacán, Acapulco y León, estados que han experimentado niveles elevados de actividad delictiva organizada.
En términos de tasa de homicidios, los “puntos calientes” incluyen tres grandes grupos de violencia: la región fronteriza del noreste con Texas (incluyendo algunos municipios de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas); la región costera del Pacífico Jalisco-Colima-Michoacán; y el Triángulo Dorado (Chihuahua-Durango-Sinaloa, con extensión a algunos municipios de Sonora).
Tres estados vieron a más de mil personas asesinadas en los primeros cinco meses de 2020: Guanajuato (1405 homicidios), Estado de México (1059) y Baja California (1042). Completando los cinco primeros estados estaban Chihuahua y Michoacán con 972 y 854 homicidios, respetivamente.
Los estados con menos homicidios fueron Yucatán (16), Baja California Sur (20), Campeche (30), Aguascalientes (35) y Tlaxcala (12). En medio del brote de Covid-19, vale la pena tener en cuenta que existen otras amenazas urgentes a la seguridad humana. Sin embargo, parte de la razón por la que el homicidio es una preocupación tan enorme es que se ha convertido en la principal causa de muerte prematura en México, advierte en entrevista el doctor en ciencias políticas en la UNAM, Emilio Vizarretea Rosales.
De hecho, dice, es la principal causa de muerte entre jóvenes de 15 a 19 años y adultos jóvenes de 20 a 39 años, la gran mayoría de las víctimas de la violencia son de escasos recursos socioeconómicos, y enfrentan importantes déficits educativos y oportunidades de empleo inadecuados:
“En otras palabras, los jóvenes tienen más probabilidades de sufrir una muerte violenta, lo cual tiene desastrosas consecuencias humanas, sociales y económicas en México, ya que la pérdida de vidas devasta familias, destroza comunidades y destruye permanentemente la capacidad productiva”.
La tendencia del crimen organizado y violencia en México desbordan las cifras de ilícitos graves de 2019, asegura el informe de la Universidad de San Diego.